Siempre que me siento pesimista por cómo está el mundo, pienso en la puerta de llegadas del aeropuerto de Heathrow. La opinión general da a entender que vivimos en un mundo de odio y egoísmo, pero yo no lo entiendo así, a mí me parece que el amor está en todas partes.
A menudo no es especialmente decoroso, ni tiene interés periodístico, pero está ahí. Padres e hijos, madres e hijas, maridos y esposas, novios, novias, viejos amigos...
Cuando los aviones se estrellaron contra las torres gemelas, que yo sepa, ninguna de las llamadas telefónicas de los que estaban a bordo, fue de odio y venganza, todos fueron mensajes de amor. Si lo buscáis, tengo la sensación de que el amor, en realidad, está en todas partes. (*)
Empezando por tu cocina.
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